A. (ella guarda
con discreción su apellido y su
dirección italiana) Nació y vive en una
pequeña población del Piamonte (Italia).
Recibe
“locuciones” e “imágenes interiores”, según su propia expresión, principalmente de Jesucristo, alguna que otra
vez del Padre, a Quien reconoce por la autoridad de su palabra, y también de la Virgen María. Estas imágenes son sobradamente claras de
manera que un pintor italiano con talento las ha podido realizar.
Al
principio era secretaria de dirección pero a los 19 años tuvo un accidente con
traumatismo craneal: esta prueba le
llevó hacia los otros. Se hizo enfermera por humanidad.
Aunque
formada en el seno de una familia muy cristiana, ella se había alejado de la Iglesia. Los traumas de su infancia
limitaban su apertura a Dios. Un
sacerdote que blandía la imagen de un Dios que castiga le apartó de la práctica
religiosa sin que ella aprendiera a razonar sus angustias. Su sufrimiento interior le condujo a una
necesidad imprecisa de Dios. Más que un
Dios universal y sin rostro lo que le atraía era Cristo crucificado: “Él podía comprenderme”.
En
enero de 1989, durante un viaje a Uganda, Ángela encontró una religiosa, que
había hecho un seminario de discernimento, según
S. Ignacio de Loyola. Ella le puso en contacto con un sacerdote que
a la vez era psicólogo. De regreso a
Italia Á. hizo un seminario de discernimiento.
“Fue entonces, dice ella, cuando al meditar el quinto misterio de
gozo (Jesús perdido y hallado en el templo) “me invadió un río de lágrimas durante
todo el día, fue como un nuevo bautismo”, sentía un gran dolor por haber
“perdido a Jesús y una gran alegría al
haberlo reencontrado”.
Y añade:
“Me sentí perdidamente atraída por el amor de Jesús, totalmente, íntimamente,
sin sentir la llamada a la vida religiosa.
Prometí entregarme plenamente a Él como nunca lo habría hecho por un
hombre. Era la gracia de Dios. Un rayo
del cielo. Le pregunté a Jesús: ¿A qué me llamas, cuál es mi vocación?. Jesús me respondió en la intimidad del
corazón:
-
Finalmente! Te he esperado tanto tiempo. Mi Padre ha de confiarte una misión
importante. ¡Cuanto tiempo hemos
esperado este momento!”.
-
Entonces sufrí el ataque de Satanás.
Intentaba seducirme. Me
presionaba diciéndome que le pertenecía pero no consiguió romper mis lazos con
Jesús.
Tenía entonces 39 años.
Carecía de formación espiritual.
No entendía la Biblia
y, cuando intentaba leerla, no podìa.
Poco a poco todo se hizo cada vez más transparente e idénticamente
sucedió con la
Eucaristía. No podía
vivir sin la
Eucaristía. Entonces
se curaron todas mis heridas. Hice
entonces un seminario de curación con los carismáticos de la escuela del P.
Tardif. Quien dirigía la plegaria dijo: “El Señor está a punto de curar a una persona
que ha leído ‘Jesús vive’”.
Efectivamente yo acababa de
leer este libro del P. Tardif. El miedo
a Dios que, a los cuatro años, un sacerdote me había inculcado se desvaneció. Recordé la imagen que yo rechazaba y Jesús me dijo:
-
“Aquí tienes la persona que te hirió”.
Yo le perdoné. Librarme de
esto fue como nacer de nuevo.
Desde entonces recibo locuciones interiores, acompañadas de imágenes.
“Cuando hice el seminario sobre discernimiento nos enseñaron,
siguiendo a S. Ignacio, de hacer, antes de la meditación, la composición de lugar,
es decir representarnos concretamente la escena del evangelio. Para mí aquello no era un ejercicio, me fue
dado gratuitamente y pensaba que así era para todos los que estaban a mi
alrededor”.
La misión de Á. es dar a conocer la obra del
Espíritu Santo, el amor de Cristo, su presencia en la Eucaristía, a la espera
de una nueva manifestación de Cristo resucitado, la oración, el Evangelio, la
obediencia a la iglesia y al Papa. Todo
esto exige además la regeneración de las mujeres: un feminismo según Dios, a imagen de María,
siguiendo la estela de las feministas rusas, aquellas marxistas que, en plena
dictadura materialista y en pleno ‘gulag’, reconocieron en la Virgen el verdadero modelo
que libera de la prisión del ateismo destructor de los hombres y por la misma
razón de las mujeres.
La Virgen le dijo a Á. el 6
de Enero del 2000: “Tu época es
como la mía, cuando vivía en la tierra.
Las profecías anunciaban al Salvador y nosotras, las jóvenes, estábamos
permanentemente a la escucha, pues todas deseábamos ser la Virgen escogida [...]. La vida en Nazaret era la de siempre. Cada uno se ocupaba en las cosas diarias
¡pero nuestros ojos miraban al Cielo!
¿No es así tu vida? ¡Normal y
totalmente mística! ¡Este es un tiempo muy especial! ¡Es el momento de vivir como yo! [...]
¡Los ojos puestos en el cielo, hijitos!
Pues, en el momento menos pensado Él vendrá”.
Y el 24 de Noviembre del 2000: “La mujer es la pieza fundamental de la
creación destinada por Dios mismo a concebir en su corazón la vida; pues el Creador la quiso hacer partícipe de
la creación con un conocimiento infuso.
El pecado, empero, la alejó de esta comunión con el Padre. ¡Yo soy la nueva Eva! ¡La que devolverá a la
mujer su dignidad original! [...] ¡Yo soy la Inmaculada Concepción!
¡La primogénita de muchas hermanas!”.
Últimamente los mensajes proceden de la Virgen, uno al mes, sin un
ritmo regular, y de manera especial de Cristo, en plena armonía: alrededor de cada mes. Cristo insiste en la Redención, la Eucaristía y su retorno.
Á. mantiene una relación de confianza (discreta) con su
Obispo que no ha nombrado ninguna comisión de encuesta, cosa que no es
necesaria porque se trata de gracias particulares. Tampoco ha tomado ninguna decisión oficial o
pública.
Á. hizo llegar sus
primeras publicaciones a Juan Pablo II en el curso de una audiencia
general. La comunicación se hizo a
través del secretario privado del Papa, hoy cardenal, Mns. Dziwisz.
El obispo dio a Ángela la respuesta a sus publicaciones, recibida de
Roma, sin otra salvedad que no hablar de Dozulé, aparición no reconocida por la Iglesia.
Publicaciones:
-
“Dalle tenebre alla
luce”, en italiano.
-
“Giovanni Paolo
II Ostia viva sulla terra”, en italiano.
-
“¿Quién es la Eucaristía?” a punto de publicarse en nuestra lengua.
-
“El triunfo de
María”, también pronto aparecerá en
nuestra lengua.
Texto traducido de
DICTIONAIRE DES “APPARITIONS” DE LA VIERGE MARIE.
Pour l’abbè René Laurentin, pp. 86-88
Editions du
PARVIS 2007